jueves, 28 de agosto de 2014

8. El Protestantismo y Movimiento Ecuménico en Latinoamérica. 1948-1978

8.1. Las Conferencias Evangélicas Latinoamericanas (CELA) y Los Congresos Latinoamericanos de Evangelización

El ecumenismo recuperó impulso a partir de 1949 con la realización de la primera Conferencia Evangélica Latinoamericana (CELA I). Poco antes se había fundado el CMI (1948) y se había llevado a cabo otra Conferencia Internacional sobre Misión, en Whitby (Canadá, 1947); este último evento inspiró la iniciativa. La nomenclatura demuestra que la Conferencia se consideraba realmente latinoamericana. Se realizaron tres Conferencias de ese tipo:

a. CELA I: en 1949, Buenos Aires (Argentina). La preocupación giró alrededor de la presencia del protestantismo en América Latina, sus rumbos y tareas. Un énfasis especial recayó sobre la evangelización. Merece destacarse también la entusiasta acogida de la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, aprobada por las Naciones Unidas un año antes, recibiendo un particular endoso el artículo acerca de la libertad religiosa.
b. CELA II: en 1961, Lima (Perú). Se sintió la necesidad de un organismo que coordinase el diálogo y la cooperación protestante a nivel continental. Pero fue recién en 1964, en un nuevo encuentro en Montevideo, que se creó la ya mencionada “Unidad Evangélica Latinoamericana” (UNELAM). Ese organismo seguramente fue un progreso ecuménico, y preparó la formación del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI). Pero en la consecución de sus objetivos se vio frenado por las fuertes controversias teológicas y políticas presentes en las Iglesias y en los organismos ecuménicos de la época. Antes de la CELA II, pero en el mismo año, por resolución de una consulta preparatoria en Perú, surgen la “Comisión  Evangélica Latinoamericana de Educación Cristiana” (CELADEC) e “Iglesia y
Sociedad en América Latina” (ISAL), dos organismos  ecuménicos continentales, relevantes en las transformaciones sociales en curso en América Latina.
c. CELA III: en 1969, Buenos Aires (Argentina). Estaba previsto que esta Conferencia se realizara en São Paulo, pero fue transferida a Buenos Aires por causa de la dictadura militar que reinaba en Brasil. La Conferencia se destacó por una buena representatividad del protestantismo latinoamericano, que la distinguió de la CELA I. El tema escogido fue “Deudores al Mundo”, lo cual demuestra el crecimiento de la conciencia latinoamericana de las Iglesias. Los dolores del continente marcaron fuertemente su presencia, motivando el reclamo por  una “misión encarnada”, aunque no hubiese, en absoluto, consenso en cuanto a las consecuencias decurrentes para la práctica eclesial.

8.1.1 Cambios incisivos en el escenario ecuménico a partir de los CELAs:
a. Se alteran sustancialmente las relaciones entre protestantes y católicos. El motivo principal es el Concilio Vaticano II, y la reunión de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) de 1968, en Medellín (Colombia), cuyos resultados obligaron a la revisión de la imagen tradicional del catolicismo. En la CELA III participan, por primera vez, observadores católicos.
b. Se percibe la necesidad de intensificar la cooperación ante la magnitud de los problemas sociales, políticos y económicos en América Latina.
c. Se acentúa la polarización teológica en las Iglesias, algo que fue claramente sensible también en la CELA III. Se confrontan, de  modo creciente, los “evangelicales” y los “liberadores”, los “conservadores” y los “progresistas”, las corrientes teológicas que priorizan la conversión individual y otras que enfatizan la transformación social. El fenómeno tiene naturaleza transconfesional, y se da al interior de casi todas las Iglesias, no pudiendo exceptuarse ni siquiera la Iglesia Católica. El conflicto llegaría, de alguna forma, a paralizar la dinámica ecuménica  y provocaría la formación de estructuras paralelas. Basta recordar  que en 1969 se realiza tanto la CELA III así como también el primer Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE I), promovido por el cristianismo evangelical.
No queda dudas acerca de que en este período el ecumenismo adquirió un rostro decididamente “latinoamericano”. Pero ello se da acompañado del surgimiento de nuevos disensos por parte de las tradicionales diferencias confesionales.

8.1.2 Creación del Consejo Latinoamericano de Iglesias CLAI
 De las iniciativas ecuménicas de las CELAs nace  el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI). UNELAM, como organización techo de las Iglesias protestantes en América Latina, no estaba en condiciones de atender a las expectativas; entró en crisis en 1973, agudizada con la transferencia de Emilio Castro, su dinámico Secretario General, a Ginebra (Suiza). Nace la idea de crear un nuevo organismo ecuménico continental,  y como resultado de dos consultas llevadas a cabo durante 1977, se resuelve proceder a la convocatoria para una “Asamblea de Iglesias”, que tendría lugar  en Oaxtepec (México), en 1978. La convocatoria fue enviada a más de un centenar de Iglesias de América Latina y el Caribe, recibiendo una mayoritaria aceptación. Se creó, así, el CLAI “en formación”. La Asamblea Constitutiva, con aprobación de la Constitución y del Reglamento, tuvo lugar cuatro años después, en 1982, en Lima (Perú). En la actualidad el CLAI es, sin duda, el más importante  organismo ecuménico de América Latina. Está formado por aproximadamente 180 Iglesias y organismos ecuménicos; tiene su sede administrativa en Quito (Ecuador), y su trabajo se subdivide en cinco regiones, en las que desarrolla sus actividades (Mesoamérica, Gran Colombia y el Caribe, Andina, Río de la Plata y Brasil).

Cuatro décadas, cuatro congresos (CLADEs)
Reflexión sobre los cuatro congresos pasados y el que vendrá por medio de la metáfora de la mesa. Vamos a considerar quién dispuso el menú, quién puso la mesa, quiénes fueron invitados a la mesa y quiénes se vieron nutridos por estos ‘banquetes’. CLADE I. El primer Congreso Latinoamericano de Evangelización tuvo lugar del 21 al 30 de noviembre de 1969. Casi exactamente una década después, en noviembre de 1979 se realizó CLADE II. Ya veremos las sustanciales diferencias entre ambos encuentros. Mientras el siguiente congreso se hizo esperar --CLADE III no se realizó hasta 1992—el cuarto llegó antes de completarse una década --CLADE IV coincidió con el milenio; tuvo lugar en el año 2000. 

CLADE I: El desencuentro catalizador del encuentro. CLADE I: que llevo como titulo «Acción en Cristo para un Continente en Crisis». Se desarrollo en un ambiente de crisis mundial, en el contexto de una creciente población protestante-evangélica. La Guerra Fría entre las super potencias comenzó a sesgar posiciones, especialmente entre quienes veían a América Latina como campo misionero. La mesa para CLADE I no se puso en el vacío: había otro banquete programado que los organizadores percibían como amenaza a su versión de cristianismo.

Explico: ¿Quién puso la mesa para CLADE I? Fueron organizaciones misioneras evangélicas de Norteamérica, la Asociación Evangelística Billy Graham, la Evangelical Fellowship of Mission Associates (EFMA) y la International Fellowship of Mission Associates (EFMA). Estas agrupaciones ya habían organizado congresos sobre evangelización luego del grande en Berlín (1966) para Asia y Africa y ahora le tocaba el turno a América Latina. Como ellos ponían la mesa –convocaban y pagaban la cuenta—naturalmente se sentían con todo el derecho de determinar el menú –el programa--, y los comensales –a quiénes se le invitaría a participar y a quienes no. La lectura de la correspondencia que circuló en preparación para el Congreso revela el fuerte filtro conservador y la acrítica imposición de definiciones nacidas en el contexto de controversias teológicas en EEUU a nuestro medio. En la percepción de los líderes norteamericanos, la mesa de CELA III (la Tercera Conferencia Evangélica Latinoamericana) se proponía como “liberal”, y por lo tanto como una amenaza a la cual había que contrarrestar (Salinas: 32 y Archivos Biblioteca BGC). CLADE I sería el espacio en el cual los líderes evangélicos norteamericanos “corregirían” la mala dieta ofrecida por los movimientos progresistas cercanos al Consejo Mundial de Iglesias y sus simpatizantes.

CLADE I se realizó en Bogotá del 21 al 30 de noviembre de 1969 y reunió a más de 900 delegados. A varios líderes cuestionados por los organizadores se los incluyó, pero sin voz en la mesa. En contraste, central en el menú constó el libro ¿Teología Latinoamericana: Evangélica o Izquierdista?, de Peter Wagner, que se repartió al comienzo y gratuitamente a todos los participantes (Salinas: 44). Con tenue base investigativa, Wagner describe y cataloga a movimientos y líderes cristianos entre protestantes evangélicos conservadores, católicos conservadores, y católicos y protestantes liberales, seculares y radicales de izquierda. Critica la ausencia de reflexión y producción teológica y postula la teoría del igle-crecimiento como la vía más fiel al evangelio.

Algunos participantes recibieron con aprobación la perspectiva de Wagner. Pero a otro sector este plato les cayó mal. Para varios líderes --que a pesar de valorar los desafíos presentados por el libro, lo juzgaron como caricatura injusta, investigación irresponsable y fruto de un dualismo nocivo y polarizante— esta fue la última gota que colmó el vaso. No era hora ya de que como latinoamericanos siguieran recibiendo el menú del Norte, repitiendo y polarizándose por recetas teológicas foráneas. Debían generar sus propio pensamiento teológico que surgiera de la Palabra de Dios y de su contexto social y político. Samuel Escobar explica: La toma de conciencia teológica que se dio en Bogotá… consistió primero en comprobar que una comunidad evangélica dinámica y que crecía rápidamente iba llegando a cierta mayoría de edad sin identidad ni expresión teológica. Se comprobó también que la toma de conciencia respecto a una crisis en el continente encontraba a los evangélicos sin respuesta ni alternativas serias frente al pensamiento que empezaba a forjarse en el ámbito ecuménico. Se percibió finalmente que la dominación misionera que explicaba en parte la falta de expresión teológica, intentaba polarizar desde fuera a la comunidad evangélica latinoamericana (Escobar: Boletín 59-60).

Era hora de teologizar como evangélicos latinoamericanos y de publicar y difundir ese pensamiento pertinente a su propia realidad. Así fue como “durante el transcurso de CLADE I, un grupo de pastores, evangelistas, misioneros y profesores de seminarios, se reunieron para proyectar una “fraternidad” dedicada al estudio y la reflexión (Escobar: Boletín 59-60).

El desencuentro de CLADE I había servido como catalizador de nuevos encuentros, enraizados estos en nuestro continente. Y así fue como apenas un año más tarde, del 12 al 18 de diciembre, se fundó en Cochabamba la “Fraternidad de Teólogos Latinoamericanos”. En la mesa había veinticinco personas de nueve denominaciones, con diversas corrientes teológicas: wesleyana, anglicana, reformada, dispensacionalista, bautista, pentecostal, independiente, y del movimiento estudiantil evangélico (CIEE). En medio de debates y controversias internas, Escobar atribuye la sobrevivencia de la FTL desde el comienzo a “una actitud caracterizada por tres elementos”: “firmeza en la definición en cuanto a una base evangélica común claramente expresada, búsqueda de pertinencia contextual y resistencia a la polarización por factores extrateológicos.” (Escobar: Boletín 59-60). Estos elementos se plasmaron en la “Declaración de Cochabamba” y sirvieron de norte al “Comité Deliberativo” constituido por Samuel Escobar (presidente), Pedro Savage (Coordinador international), Emilio Antonio Nuñez, Ricardo Sturtz y René Padilla.

De aquel encuentro inicial surgieron muchos otros, consultas regionales y nacionales sobre la iglesia, ética social, Reino de Dios, Liberación y Biblia, El hombre y las estructuras en America Latina, el aborto, nuestra misión en América Latina. Se ofrecieron “institutos teológicos pastorales” en todo el continente con teólogos como Saphir Athyal, de la India, Carl Henry, de EEUU, John Stott y Michael Green, de Inglaterra, y Leon Morris de Australia. La década de los 70 fue prolífica, y la influencia de la FTL se hizo sentir desde muy temprano no sólo en América Latina sino el en mundo entero a partir, especialmente, de Lausana 1974. Los nuevos comensales en la mesa de la familia evangélica mundial, comensales de fuera de los tradicionales centros de poder, comensales con voz y voto y contribuciones propias al mapa teológico, fueron los evangélicos latinoamericanos. Esto lo registran reconocidos historiadores de la iglesia global como son Yeats y Bevans, quien afirma que “los evangélicos latinoamericanos aportaron a Lausana 1974 la preocupación por la justicia social” (Bevans: 279). Seguía gestándose entre los miembros de la FTL una teología evangélica, bíblica, comprometida con los desafíos del dolido contexto latinoamericano y que se resistía a las rígidas categorizaciones impuestas desde afuera.

CLADE II: Sabor y sinsabor latinoamericano. Ya declinaba una década nefasta en nuestro continente y se hacía ineludible aún para cristianos conservadores la demanda de atender a las preocupaciones sociales, económicas y políticas de una tierra que se desangraba en guerras civiles y guerras sucias, en revueltas y represiones, contras e invasiones, creciente pobreza y disminuida esperanza de salidas viables. 
Fue en ese contexto que la FTL convocó al Segundo Congreso de Evangelización, CLADE II, que se realizó en Huampaní, Perú, del 31 de octubre al 8 de noviembre de 1979 (Boletín FTL 6: 17).  A diferencia de CLADE I, esta vez la mesa la pusieron cristianos latinoamericanos. La determinación del menú y la invitación de los comensales también corrió por cuenta de ellos. Recuerda Sidney Rooy que incluso se fijó en 10% el tope de Norteamericanos que serían bienvenidos al encuentro (Rooy: 30014). Tampoco se recibió dinero de Estados Unidos: el 40% de los fondos se levantó dentro de América Latina y el resto provino de iglesias amigas en Europa(Salinas: 123 y Rooy: 3008). 266 participantes de 39 denominaciones y 22 países deliberaron esa semana bajo el lema Que América Latina oiga Su voz. Su propósito central era: “Considerar juntos la tarea evangelizadora que somos llamados a cumplir en las próximas décadas, en nuestro contexto histórico” (Boletín FTL 6: 17). Los participantes en esta ocasión recibieron unas 500 hojas de materiales de estudio, pero en lugar de recibir también estrategias preestablecidas como había ocurrido en CLADE I, fueron los mismos participantes quienes, en mesas de trabajo, aportaron sus propios ingredientes para gestar “Proyecciones Estratégicas” para los siguientes años. La “Carta al Pueblo Evangélico en América Latina”, acompañada por las ponencias presentadas se publicó al año siguiente en el libro de la FTL, América Latina y la evangelización en los años 80 (Mexico, 1980).
Esta era una mesa latinoamericana con olores, sabores --y sinsabores-- latinoamericanos. Tampoco hubo, a juicio del historiador peruano Tomás Gutierrez, más que tangencial consideración de los problemas sociales, políticos y económicos que vivía América Latina. No hubo un unísono en las voces, ni unanimidad en los acercamientos, ni acuerdo respecto a ciertos posicionamientos, particularmente respecto al valor de las grandes campañas evangelísticas o la situación política en Cuba y Nicaragua. Pero el equipo de la FTL no percibió esta diversidad como una sorpresa negativa. El diálogo, aún la confrontación de diversas perspectivas, era vistos como valores y generadores de nuevas y más fieles comprensiones del evangelio y de la encarnación del evangelio en tierra latinoamericana.
Los sinsabores, sin embargo, sí repercutieron en años posteriores tanto dentro como fuera de América Latina. Los líderes de la FTL siguieron despertando la sospecha de los grupos conservadores del Sur y del Norte. El nacimiento de CONELA (la Confraternidad Evangélica Latinoamericana) en abril de 1982, por ejemplo, resulta en gran parte de sectores que juzgan como demasiado progresista la teología y misionología de la FTL. Paralelamente, y frente a lo que perciben como un retroceso en el movimiento de Lausana a definiciones de misión previas al consenso plasmado en el Pacto de Lausana, los líderes de la FTL convocan y sirven de motor inicial a INFEMIT, la Fraternidad de Teólogos Evangélicos de la Misión en el Mundo de los Dos Tercios. Su primer encuentro se realizó en Bangkok, en marzo del 1982, y el segundo en México en 1984. Fuera de América Latina comienzan a identificar a este movimiento, en cuyo corazón estaba la FTL y líderes como Escobar, Padilla, Costas, Savage, Gutiérrez, y Rooy, como “evangélicos radicales.” Y en él se van nucleando con el paso del tiempo personas de diversos continentes: ISAAC Instituto para el Estudio de la Iglesia y la Cultura en Asia, con Meba Maggay (Filipinas), Evangelicals for Social Action (USA) Vinay Samuel, Chris Sugden, Tom Sine, David Lim (China Ministries International), David Gitari and Kwame Bediako (Tizón). Lastimosamente no podemos aquí expandir este intrigante capítulo que sigue abierto hasta el día de hoy.
Antes de despedirnos de la década de los 80, sin embargo, notaremos que, aunque van agregándose nuevas personas a la mesa, las mujeres brillan por su ausencia. Cierto es que Beatriz Couch contribuyó al encuentro sobre el aborto, y que Elsie Powell participó en nombre de la FTL en encuentros de IAPCHE. Sin embargo, no aparecen hasta 1992 las primeras mujeres en el registro de los líderes del movimiento. Recién en la sexta asamblea general desde su fundación, se incorporan al comité directivo presidido por Valdir Steuernagel Carmen Perez Camargo como Vicepresidenta y Dorothy de Quijada como Tesorera.

CLADE III: Se amplía la mesa Esta Asamblea coincidió con CLADE III organizado bajo la coordinación general de René Padilla como Secretario General con el apoyo de la oficina regional de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos y MAP Internacional. La década del 90 había iniciado con la simbólica caída del muro de Berlín y con una intensificación de los procesos de ajuste económico en los países deudores por parte de las entidades crediticias mundiales. El año 92 también era significativo por el cumplimiento de “los 500 años” --de opresión, colonización, descubrimiento, evangelización según la perspectiva del que recuerda.
En ese contexto, tuvo lugar CLADE III, entre el 24 agosto y el 4 de septiembre, en el Colegio Anderson de Quito, Ecuador. En plenarias teológicas, misionológicas, históricas, sociales y económicas y en alrededor de cincuenta talleres y seminarios, los participantes, 1080 mujeres y hombres de 25 países, encararon la temática Todo el Evangelio para Todos los Pueblos desde América Latina.
Esta sí era una mesa diversa en más de un sentido. Sobre este Congreso recuerda Miguez Bonino: (CLADE III) rebasa los límites de la FTL para constituirse en un verdadero ‘congreso protestante latinoamericano’ tanto por la amplitud de la representación como por la riqueza de los materiales y la libertad de la discusión. Estuvimos, recuerda, en presencia de un verdadero ‘evento ecuménico’ del protestantismo latinoamericano (Miguez Bonino: 56).

CLADE III no sólo invitó a la mesa a líderes evangélicos jóvenes y emergentes sino que también les abrió espacio para aportes en plenarias y talleres. Estas eran personas que se habían nutrido de la teología generada por el movimiento y llegaba a la convocatoria con testimonios, preguntas y experiencia de campo. Entre ellos hubo más mujeres que en conferencias anteriores, constituyendo sus aportes en plenarias un 20% del total. Los participantes del encuentro indígena Pre-CLADE en Otavalo (19-23 de agosto) también compartieron sus conclusiones al pleno de CLADE.

A su vez, entre los comensales la FTL invitó a personas alineadas tanto con CONELA como con el CLAI. Padilla califica como “importante logro” el encuentro histórico de miembros titulares del CLAI y de CONELA sobre “Unidad y Misión” (CLADE III: Introducción). Sidney Rooy se conmueve recordando que de las 67 preguntas que el público presentó a los panelistas aquella tarde, casi todas aludían al hecho de que este era el primer encuentro público entre ambas entidades en sus diez años de existencia, frente lo cual el obispo metodista Pagura confesó abiertamente su omisión. La confesión, sin embargo, fue de todos los presentes; y la Declaración de Quito deja plasmada la omisión del pueblo evangélico que había sido demasiado silencioso frente al incremento de la pobreza, las dictaduras militares, las torturas y los desaparecidos (CLADE III: 856-861).

El énfasis en la integralidad de la misión a la cual Dios llama a su pueblo, la conciencia respecto a quienes con demasiada frecuencia quedan excluidas y excluidos de la mesa de la iglesia y de la vida, y la toma de responsabilidad en la encarnación de la misión en el contexto latinoamericano y más allá surgieron entre y marcaron indeleblemente a quienes participaron de CLADE III. En el libro Misión de la iglesia: una visión panorámica, lanzado en ocasión de este congreso, Valdir Steuernagel, entonces Presidente de la FTL explica que mediante el libro y el Congreso: “Se quiere contribuir a la superación cada vez mayor de la dicotomía entre cuerpo y espíritu, individuo y comunidad, palabra y acción, evangelización y compromiso con la justicia, dicotomía que se ha posesionado de muchas de nuestras iglesias y escuelas de formación bíblico-teológica en las últimas décadas de este siglo”

Y posiblemente pensando en CLADE III es que Justo González afirma lo siguiente:
Es posible trazar en la historia de este movimiento una creciente conciencia primero de las dimensiones sociales del evangelio y después de las dimensiones estructurales de los problemas sociales y económicos de América Latina (González 2007: 237).

Aunque reta mucho trabajo investigativo al respecto, es innegable que son innumerables los proyectos y las iglesias que se han visto impactadas por esta perspectiva no polarizada sino integradora de la misión de la iglesia en América Latina.

CLADE IV: y se ponen nuevas mesa. Nuevamente fue Quito el escenario de otro Congreso Latinoamericano. Esta vez el anfitrión fue el recién estrenado campus del SEMISUD, el seminario de la Iglesia de Dios en el Ecuador. Entre el 2 y el 9 de septiembre del 2000 se dieron cita más de 1200 personas de todo el continente aunque no se esperaban más de 800. Se salió del paso gracias al arduo trabajo de Freddy Guerrero, Coordinador General, y utilizando cuanta casa de retiro o sitio de campamento había en kilómetros a la redonda. La temática central fue Testimonio Evangélico en el tercer milenio: Palabra, espíritu y misión. Nuevamente hubo plenarias teológicas y contextuales que se recogieron en el libro La Fuerza del Espíritu.  Nuevamente se oyeron aportes y perspectivas diversas, que esta vez en lugar de plasmarse en un “libro gordo” se publicaron luego como libros temáticos en la Serie CLADE IV.  La tónica particular de CLADE IV fueron sus consultas temáticas paralelas, que encararon asuntos tan variados como Presencia Cristiana en el Medio Académico, Ministerios editoriales, Educación Teológica, Misión Integral e Iglesia, y Ministerios entre Niños. Fueron justamente estas dos últimas las consultas que generaron no solo reflexión y publicaciones sino movimientos que se han formalizado en la Red del Camino, de líderes y pastores en Misión Integral, y en el Movimiento Juntos para la Niñez, que bajo la coordinación logística de Red Viva ha estado ministrando en todo el continente desde entonces.

CLADE IV sirvió de catalizadora para la puesta en escena de otras mesas donde se sintieron particularmente invitadas personas, instituciones y redes que se habían nutrido del sólido menú bíblico y contextual ofrecida en décadas anteriores por la FTL. En el 2000, al voltearse la página del milenio, la FTL cumplía sus treinta años de vida y presencia en el continente. El contexto había cambiado, pero el desafío seguía siendo el mismo. ¿La FTL nutriría espacios de estímulo a una reflexión que fuera tanto pertinente como bíblica, tanto propositiva como denunciadora, tanto de las unas como de los otros, tanto local como global?

CLADE V: Desafío de fidelidad y pertinencia. Preguntas como estas indujeron unos años más tarde al entonces equipo de la FTL continental a considerar que, dado el contexto y los propósitos de Dios para su mundo, incluyendo América Latina, era oportuno que la FTL convocara a una nueva mesa.  El lema que la actual directiva de la FTL ha fijado para CLADE V es “Sigamos a Jesús en su Reino de Vida. ¡Guíanos, Santo Espíritu!” El V Congreso Latinoamericano de Evangelización se propone como un proceso de reflexión teológica, comunión, confesión y celebración de la misión de Dios en el contexto latinoamericano.
Los tres ejes centrales, expresados en el lema son: 1. Sigamos a Jesús, porque como iglesia de Jesucristo necesitamos aprender a seguirle, a encarnar con compromiso un discipulado integral; 2. Reino de Vida, porque el Reino de Dios es reino de vida, aun en un contexto latinoamericano plagado por múltiples expresiones de muerte; y 3. ¡Guíanos, Santo Espíritu! porque el nuestro es un ruego, un clamor, una confesión en un medio en el cual demasiados evangélicos se sienten triunfalistas por el crecimiento numérico y el acceso al poder.
Mediante CLADE V, la FTL procura 1. Generar un movimiento de participación que involucre el mayor número posible de personas, iglesias, instituciones teológicas, organizaciones de servicio y otras instancias del pueblo evangélico de América Latina y El Caribe, alrededor de los ejes centrales. 2. Promover la reflexión en torno al Evangelio y a su significado para el ser humano y la sociedad. 3. Contribuir a la vida y misión de las iglesias en América Latina y El Caribe en el siglo XXI con creciente conciencia de la realidad de nuestro contexto. 4. Servir de plataforma para el diálogo cristiano y entre iglesias, ministerios, redes y movimientos cristianos en América Latina, el Caribe y el mundo. 5. Propiciar oportunidades para que la Fraternidad Teológica Latinoamericana extienda su servicio como movimiento facilitador de la reflexión evangélica y como plataforma de diálogo cristiano en América Latina y El Caribe.

8.2. El Crecimiento evangélico, el movimiento pentecostal  y Misión de la Iglesia Latinoamericana

En las décadas más recientes en América Latina se ha dado un crecimiento notable de las iglesias evangélicas, pero no únicamente de las de tipo pentecostal. El libro Operation World una guía estadística generalmente bien informada hace referencia a un total de 55 millones de evangélicos en Latinoamérica y el Caribe. Al mismo tiempo cuestiona otros cálculos más optimistas que podrían ser el resultado de una forma pentecostal exuberante de ofrecer cifras estadísticas.

Un análisis cuidadoso y más detallado muestra un crecimiento constante en lugares como Colombia donde los evangélicos eran 85.000 en el año 1968 (0,43% de una población de diecinueve millones) y llegaron en el año 2000 a la cifra de dos millones (o sea 5% de una población total de 38 millones. Con la persistente atención que prestan tanto los sociólogos como las jerarquías católico-romanas a este fenómeno, ya contamos con numerosos análisis cualitativos del crecimiento numérico que nos pueden servir de base para una reflexión misionológica. Tomemos por ejemplo el caso de Chile donde el Protestantismo ha estado presente por más de un siglo. Un estudio de la Universidad Católica concluye que 13,9% de la población de ese país es evangélica. Entre las clases sociales ricas el porcentaje es de apenas 6,2% mientras que en las clases más pobres 21% de la población se declara evangélica. El estudio presta atención al hecho de que mientras el sacerdote católico promedio ha pasado por un mínimo de diez años de formación rigurosa, muchos de los pastores evangélicos son autodidactas.

Algunas investigaciones misionológicas han sacado a la luz hechos aun más perturbadores que indican que en algunos países los evangélicos muestran señales de fatiga y deserción. Con un trabajo de campo muy cuidadoso y fundamentado, se ha encontrado que un número significativo de personas de iglesias evangélicas regresan al Catolicismo o abandonan el Cristianismo por completo. Uno de estos estudios inquietantes es el que realizó el sociólogo y pastor Jorge Gómez en Costa Rica, en el cual se nos ofrecen cifras que fundamentan estas tendencias. Gómez completó su investigación en 1994 y pudo usar muestras sociológicas rigurosas de estudios llevados a cabo entre 1989 y 1991. Resumiendo su estudio afirma, «aproximadamente una de cada dos personas que fueron protestantes en algún período de su vida han abandonado la iglesia. Del casi 20% de la población que en algún momento de su vida fue o es protestante, solo 10% era protestante al momento del estudio» . La deserción ha sido más alta de lo que hubieran podido pensar los pastores y líderes denominacionales. Los grupos en los cuales la deserción es más frecuente son los adultos jóvenes (entre 18 y 24 años de edad), los hombres, las personas nacidas en hogares protestantes y los creyentes nuevos (dentro del primer o segundo año de su afiliación). Hay una relación directa entre procesos de discipulado intencional y retención de miembros. Las iglesias que han perdido más miembros son aquellas que no tienen un plan claro de discipulado y atención pastoral. Entre las principales razones que causan la deserción están la incapacidad de los que desertan para vivir de acuerdo a los requisitos morales que las iglesias exigen, y también los escándalos financieros y sexuales entre pastores y líderes.

Frente a ese crecimiento numérico constante la capacitación de líderes pasa a ser una de las tareas más urgentes. La educación teológica por extensión fue una de las formas creativas con que algunos misioneros respondieron a este desafío en la década de los años 1960. Se trataba de una alternativa funcional a las formas más tradicionales de educación teológica y capacitación de líderes. Hay seminarios y escuelas bíblicas denominacionales e independientes que llevan más de un siglo de servicio y que continúan ofreciendo una valiosa formación para pastores, misioneros y líderes. Junto a estas instituciones hay organizaciones de las llamadas para-eclesiásticas tales como la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos, Juventud para Cristo, Unión Bíblica y Juventud con una Misión que han contribuido de manera especial a la formación de líderes laicos y a despertar vocaciones para el ministerio cristiano.

En el pasado las instituciones teológicas eran acreditadas por las iglesias y denominaciones pero no por las autoridades educativas de los países latinoamericanos. Se trataba en parte de una condición propia de la situación de minoría discriminada por los estados confesionalmente católicos. En este punto Puerto Rico fue una excepción en el mundo de habla hispana. Más recientemente, sin embargo, ha habido una tendencia constante y creciente a elevar el nivel educativo de las instituciones teológicas a fin de hacerlas compatibles con los requisitos de las autoridades educativas para así conseguir valor oficial para los estudios teológicos. Cierta medida de pluralismo y aceptación social en sociedades relativamente secularizadas explica esta búsqueda de reconocimiento social. El Seminario Bíblico Latinoamericano de Costa Rica conocido por su énfasis en la Teología de la Liberación se ha convertido en la Universidad Bíblica Latinoamericana y una escuela más conservadora como el Seminario Bíblico de Medellín en Colombia también ha adquirido nivel universitario. Así estas dos instituciones teológicas independientes han sido acreditadas por las autoridades educativas de esos países. Varios seminarios denominacionales en todo el continente buscan ahora el mismo nivel. Mientras tanto varias mega-iglesias para-evangélicas están creando sus propias escuelas bíblicas con un fuerte contenido carismático.

Algunas denominaciones han respondido en forma creativa a las demandas de formación de líderes en un nivel avanzado. La Asambleas de Dios han montado un programa semi-residencial por extensión con varias sedes en América Latina, acreditado por su Seminario de Springfield en Missouri, Estados Unidos. La Alianza Cristiana y Misionera ha desarrollado un programa semi-residencial a nivel de Maestría, con varias sedes nacionales y acreditado por la Universidad Evangélica de las Américas de Costa Rica. Hay varios otros esfuerzos cooperativos para canalizar fondos y personal misionero en forma mancomunada con iglesias latinoamericanas, en respuesta a las demandas críticas de la capacitación de líderes. Por otra parte resulta muy difícil entender por qué en un momento como este la Junta Internacional de Misiones de los Bautistas del Sur ha decidido abandonar su significativa participación en la educación teológica, pasando por alto a las iglesias bautistas, a fin de dedicar todo su personal y sus fondos a plantar iglesias entre los así llamados «pueblos no alcanzados».

Algunos líderes de la Alianza Cristiana y Misionera, una de las denominaciones que más ha crecido en el Perú a adoptado una estructura de gobierno de tipo episcopal. Las mega-iglesias carismáticas proponen un modelo pastoral de tipo autoritario que parece ser contextual, y que conecta bien con la forma de liderazgo clerical autoritario profundamente arraigada en la cultura católica. Los escándalos sexuales y financieros de algunos pastores de mega-iglesias en países como Argentina y Perú han demostrado los peligros de una forma autoritaria de liderazgo que no tiene control ni directivas claras de rendimiento de cuentas.

La fragilidad institucional afecta también las estructuras de cooperación interdenominacional. La alianza conservadora conocida como CONELA y relacionada con la World Evangelical Fellowship parece estar permanentemente al borde de la extinción. La alianza ecuménica conocida como el CLAI ha mantenido una presencia institucional más clara, especialmente gracias a sus servicios de prensa y comunicaciones. La Agencia Latinoamericana (ALC ) provee un excelente servicio de noticias por internet que cubre la totalidad de América Latina. Su periódico mensual Nuevo Siglo es casi la única publicación impresa que ofrece una medida de visibilidad a los evangélicos. Otra publicación de éxito es Apuntes Pastorales, una revista trimestral publicada por Desarrollo Cristiano Internacional, tiene una circulación de 50.000 ejemplares en las Américas, lo cual es un triunfo en un mercado tan disperso y volátil.

BONINO, José Míguez, "Hacia un protestantismo ecuménico. Notas para una evaluación histórica del protestantismo entre la I y II CELA (1949-1960). En. OAXTEPEC 1978. Unidad y Misión en América Latina. pp. 65-80
MACKAY, Juan, Las Iglesias Latinoamericanas y el Movimiento Ecuménico
Escobar, Samuel ed. Acción en Cristo para un continente en crisis. San José: Editorial Caribe, 1970.
Escobar, Samuel.  “La fundación de la Fraternidad Teológica Latinoamericana: Breve ensayo histórico” en Boletín teológico FTL 59-60.
Fraternidad Teológica Latinoamericana. Clade III: Todo el Evangelio para Todos los Pueblos desde América Latina, 868. Quito, Ecuador: Fraternidad Teológica Latioamericana, 1992.
Miguez Bonino, José. Rostros Del Protestantismo Latinoamericano Nueva Creación. Buenos Aires, Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1995.
Steuernagel, Valdir, ed. La Misión De La Iglesia: Una Visión Panorámica. San José: Visión Mundial, 1992.
Rooy, Sidney: entrevista personal con Ruth Padilla. Cambridge, MA, en octubre del 2007.

Congresos Latinoamericanos de Evangelización ("Los CLADE") 1969-2012 - Ruth Padilla DeBorst  http://www.ftl-al.org/index.php?option=com_content&view=article&id=105&Itemid=68

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